domingo, 10 de octubre de 2010

"Mi papá me tiene que llamar. Mi papá no me llama", dice la pequeña hija de Carlos Ariel Ochoa, boliviano desaparecido en Higüey














Listín Diario digital

HIGÜEY, República Dominicana.-Hace hoy un mes que el boliviano Carlos Ariel Ochoa, de 29 años, recibió una llamada de su esposa desde su país. Eran las doce de la noche del 6 de septiembre. Ella quería saber dónde estaba y él le respondió que en un billar con su amigo Víctor Álvarez. Fue la última vez que hablaron en los últimos treinta días. El joven desapareció y sus familiares, que vinieron desde Bolivia para tratar de localizarlo, siguen esperando una pista o una respuesta, pero nada llega.

“Nada, señorita, nada”, dice Juan Ochoa, padre de Carlos Ariel, con una voz pausada pero en la que se nota la preocupación. Al que parece habérselo tragado la noche es el mayor de sus tres hijos, quien reside en República Dominicana desde hace tres años de los cuales llevaba dos y medio en Higuey.

Juan Ochoa vino desde Bolivia con la esposa de Carlos Ariel, Yanet Ramos, buscando regresar con una buena noticia para su nieta Lilly, de cinco años, hija de Carlos Ariel, y la madre de éste, quienes lo esperan en Bolivia. “La niña dice ¿Por qué no llama mi papi? ¿Por qué mi papi no me llama?”, cuenta, conmovido, el abuelo.
“La policía está haciendo lo que le corresponde”, dice, a su vez, la abogada Yudelka Laureano de Cordones, contratada por la familia. “El problema es que no hay una respuesta. También la fiscalía está interrogando a todo el mundo pero estamos esperando que alguien se anime por dinero, por pena o por lo que quiera y diga qué fue lo que pasó”.

Ochoa cuenta que su hijo vino desde San Martin donde se encontraba contratado por un tío que trabaja allí y posteriormente se quedó en Santo Domingo, en la capital, donde trabajó seis meses. Luego, se fue a Higuey para trabajar como contador en la empresa Platinum Sport, y allá tenía dos años y medio.

Explica que la madre del joven, su esposa y su hija tenían contacto regular con él. “Como trabajo, no hablábamos tanto pero mi esposa, mi nieta y mi nuera sí conversaban con él. La ultima vez que hablamos fue el domingo antes de su desaparición. Estaba feliz porque le conté que le estábamos haciendo unos arreglos a la casa”.
Explicó que la esposa estuvo en el país junto a Carlos Ariel hasta que la niña terminó el pasado año escolar, tras lo cual se fueron a Bolivia. Ella no tenía planes de retornar porque acordaron que él viajaría a su país a final de este año y ahí decidirían qué hacer en lo adelante.

LO QUE PASO EL SEIS DE SEPTIEMBRE
Pero las proyecciones y los planes parecen haberse truncado. Yanet llamó a su esposo el día seis de septiembre a las doce de la noche. Le preguntó dónde estaba y él le dijo que estaba jugando en un billar con su amigo Víctor con quien salía con frecuencia y tenía una amistad muy cercana, según explica el padre. “Una vez terminaron de jugar, llevó al amigo a su casa, que queda junto al billar y apenas a unas tres cuadras del apartamento de mi hijo. Pero él nunca llegó”, dice. La familia y la abogada repitieron el recorrido que debió hacer Carlos Ariel hasta su casa esa noche y no les tomó más de dos minutos.

Lo que se conoce de lo que pasó después que Carlos Ariel habló con su esposa es poco. El joven, quien mantenía una relación extramarital con Massiel Santana, una compañera de trabajo de 22 años, habló ocho minutos después, a las 12:08 de la medianoche, con una hermana de ésta. Ella cuenta que Carlos Ariel se ofreció para pasarla a recoger por el lugar donde labora pero que le contestó que ya estaba en su casa. Antes de eso, había enviado varios mensajes a Massiel, con quien convivía, pero ésta no los respondió. Ochoa dice que, después de esto, el siguiente rastro sobre su hijo fue el uso de su tarjeta de crédito.
“Alguien usó su tarjeta de crédito a la una de la mañana en una gasolinera en San Pedro de Macorís. Pero la que aparece allí no es su firma. Después de eso se perdió el contacto por completo.” Los dos teléfonos celulares de Carlos Ariel también enmudecieron en ese punto, San pedro de Macorís.

Explica que, esa noche, Carlos Ariel iba vestido con una camisa y unos pantalones jeans y conducía su vehículo, una jeepeta Mitsubichi Montero del año 95, placa G 010220.

LLAMADAS DE RESCATE
Ochoa cuenta que, tras la desaparición de Carlos Ariel, alguien llamó a la empresa donde trabaja solicitando un rescate. En ese momento, los parientes no estaban aquí. La persona que llamó lo hizo dos o tres veces. “Llamaba diciendo que se encontraba en un lugar, por ejemplo, La Romana, pero después, al rastrear la llamada, se comprobaba que se había producido desde otro sitio”.

El padre dice que, durante los primeros días de la desaparición, la compañía hizo todo lo posible por encontrarlo. Incluso, estaban dispuestos a pagar el rescate que pedían que era de 600 mil pesos. “Les hicieron varias llamadas. Les decían: cárgame cien pesos a mi teléfono y ellos lo hacían. Pero, después, no volvieron a llamar. Hace un mes y no sabemos nada, absolutamente nada”. En la empresa Platinium le dijeron que han hecho un despliegue por todo Higuey buscándolo hasta con caballos.

La Policía también ha investigado, incluso, a la amante de Carlos Ariel y al amigo que lo vio por última vez, pero no aparecen nuevas pistas.

Ochoa pidió a los medios de comunicación que, por favor, colaboren en todo lo que puedan para poder encontrar a su hijo. “Le esperan la mamá, la esposa y sus hermanos. Tiene una niña de cinco años que reclama: mi papá me tiene que llamar. Mi papá no me llama.”
A su vez, la abogada de la familia dice que al hacer contacto con quienes conocieron a Carlos Ariel en Higüey, comprobó que se trataba de un joven apreciado. “Una señora que tiene un salón de belleza próximo al lugar donde trabajaba Carlos Ariel, me dijo que ese muchacho siempre la ayudaba cuando tenía problemas con la luz en el salón. Además, él tenía tres años aquí, ya tenía raíces. Lo conocían bien por la zona porque la empresa tiene casinos en varias comunidades.”

Confirmó que, al principio, hubo llamadas que parecían reales pero desde hace semanas no ocurre “nada que haya resultado real”. “Sólo queremos saber qué paso con eso muchacho, ¿qué pasó?”, repite, nueva vez.

El teléfono para ofrecer información sobre el paradero del joven es 829 816-4622.

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