"Millones de personas todavía necesitan comida, agua limpia, refugio y otras asistencias"
Nairobi.- La ONU declaró hoy el fin del estado de hambruna que vivía Somalia desde el pasado 20 de julio, gracias a las buenas cosechas y la ayuda humanitaria, aunque advirtió de que 2,34 millones de personas aún necesitan asistencia urgente.
"Los logros son frágiles y se revertirán si no continúa el apoyo" al país del Cuerno de África, subrayó el coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU para Somalia, Mark Bowden, en un comunicado emitido en Nairobi.
"Millones de personas todavía necesitan comida, agua limpia, refugio y otras asistencias para sobrevivir, y se espera que la situación se deteriore en mayo", dijo Bowden.
Según el último informe de la Unidad de Análisis de Nutrición y Seguridad Alimentaria de Somalia (FSNAU), ligada a la ONU, el número de personas en situación de emergencia humanitaria ha caído de 4 millones a 2,34 millones, lo que representa el 31 por ciento de la población somalí.
"Sin embargo, la crisis no se ha acabado", alertó el nuevo director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el brasileño José Graziano da Silva, en una rueda de prensa en Nairobi tras visitar Somalia.
"No podemos evitar las sequías, pero podemos adoptar medidas para que no deriven en una hambruna. Tenemos tres meses hasta la próxima estación de lluvias", recalcó Graziano.
La ONU llegó a declarar el estado de hambruna en seis regiones del sur de Somalia, lo que suponía que había 750.000 personas en riesgo de muerte en el peor momento de la crisis.
Según las Naciones Unidas, el estado de hambruna se declara en una zona cuando al menos el 20 por ciento de la población padece una falta extrema de alimentos, más del 30 por ciento sufre malnutrición aguda y la tasa de mortalidad es de más de 2 personas al día por cada 10.000 habitantes.
La difícil situación humanitaria de Somalia se agrava, además, por el conflicto que vive el país desde hace dos décadas.
Desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, Somalia sufre una guerra civil y carece de un Gobierno efectivo en un país en manos de señores de la guerra tribales, milicias fundamentalistas islámicas y bandas de delincuentes armados.
"Los logros son frágiles y se revertirán si no continúa el apoyo" al país del Cuerno de África, subrayó el coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU para Somalia, Mark Bowden, en un comunicado emitido en Nairobi.
"Millones de personas todavía necesitan comida, agua limpia, refugio y otras asistencias para sobrevivir, y se espera que la situación se deteriore en mayo", dijo Bowden.
Según el último informe de la Unidad de Análisis de Nutrición y Seguridad Alimentaria de Somalia (FSNAU), ligada a la ONU, el número de personas en situación de emergencia humanitaria ha caído de 4 millones a 2,34 millones, lo que representa el 31 por ciento de la población somalí.
"Sin embargo, la crisis no se ha acabado", alertó el nuevo director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el brasileño José Graziano da Silva, en una rueda de prensa en Nairobi tras visitar Somalia.
"No podemos evitar las sequías, pero podemos adoptar medidas para que no deriven en una hambruna. Tenemos tres meses hasta la próxima estación de lluvias", recalcó Graziano.
La ONU llegó a declarar el estado de hambruna en seis regiones del sur de Somalia, lo que suponía que había 750.000 personas en riesgo de muerte en el peor momento de la crisis.
Según las Naciones Unidas, el estado de hambruna se declara en una zona cuando al menos el 20 por ciento de la población padece una falta extrema de alimentos, más del 30 por ciento sufre malnutrición aguda y la tasa de mortalidad es de más de 2 personas al día por cada 10.000 habitantes.
La difícil situación humanitaria de Somalia se agrava, además, por el conflicto que vive el país desde hace dos décadas.
Desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barré, Somalia sufre una guerra civil y carece de un Gobierno efectivo en un país en manos de señores de la guerra tribales, milicias fundamentalistas islámicas y bandas de delincuentes armados.
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