martes, 18 de octubre de 2011

Una mujer que prefirió morir para salvar la vida de su bebé no nacidoCuando Stacie Crimm, de Oklahoma, se enteró de que por fin había conseguido embarazarse, a los 41 años, estaba feliz, pues le habían dicho que no sería capaz de quedar embarazada a esa edad. Ella lloraba y reía, por no poder creerlo, después de que se hizo cinco pruebas de embarazo en marzo.

Pero incluso mientras compraba la ropa para el bebé que anhelaba tener en sus brazos sabía que algo no andaba bien.

En los siguientes meses ella envió 159 mensajes de texto sobre su embarazo a su hermano. Muchos se alegraron, pero entonces los mensajes escalofriantes vinieron durante la madrugada. Ella dijo que tenía fuertes dolores de cabeza y veía doble, mientras que los temblores la sacudían. En un mensaje dijo: “Estoy preocupada por este bebé”.

Al principio, ella y su hermano usaron Internet para tratar de diagnosticar su enfermedad. La madre soltera se había expuesto al moho mientras remodelaba su casa, y sus síntomas parecían coincidir a la exposición al moho. Alentada por sus familiares, acudió a varios médicos. En julio, una tomografía computarizada reveló que tenía cáncer en cabeza y cuello.



En este punto crucial tenía que tomar la decisión más dificil: elegir entre su vida o la de su bebé no nacido. Su hermano Phillips dijo que sufrió antes de tomar la decisión de no hacer la quimioterapia con la esperanza de salvar la vida de su bebé y tenerlo entre sus brazos.

Crimm colapsó en casa de su hermano Ryan y fue llevada al Centro Médico de la ciudad de Oklahoma el 16 de agosto. Los médicos dijeron que el tumor invasor había comenzado a envolverse alrededor del tronco del encéfalo.

Pero una hermosa mañana soleada, dos días después, Crimm se sentía bien. Su hermano volvió a sus negocios. Pero al medio día el corazón del bebé mostró severas complicaciones y 90 minutos después el corazón de Crimm se detuvo. Inmediatamente la resucitaron y decidieron practicarle una cesárea para sacar a Dottie Mae, de casi un kilogramo.

Los médicos le dijeron a su hermano que con un tratamiento podían ofrecer una pequeña posibilidad de que sobreviviera al cáncer. Pero el cáncer había cruzado uno de sus ojos. Su garganta se paralizó, y cuando hablaba era difícil entenderla. Cayó en inconsciencia. Su hermano obtuvo la tutela, pues Crimm le decía con frecuencia que, si no sobrevivía, ella quería que él y su esposa cuidaran de su bebé junto a sus cuatro hijos.

El 8 de septiembre, Crimm dejó de respirar. Los médicos advirtieron a los familiares que ella probablemente ya estaba muriendo. Su corazón se había detenido, pero fue resucitada nuevamente. Ella aún no había tenido entre sus brazos al bebé cuya vida había preferido por encima de la suya. Estaba en la última etapa del tumor cerebral. Una enfermera, sumamente conmovida, platicó con los médicos sobre la posibilidad de mostrarle a Crimm su bebé con los más altos cuidados.

Finalmente, cuando Crimm despertó, su hermano le preguntó si quería ver a Dottie, ella abrió los ojos y alzó las manos, como si preguntara “dónde está”. Levantaron a la bebé de la incubadora bajo la atenta mirada de su madre. La colocaron sobre su pecho. Madre e hija se miraron a los ojos durante varios minutos. Ella sonrió a su bebé porque al fin estaba en sus brazos. Nadie dijo una sola palabra. Las lágrimas lo decían todo.



Stacie Crimm murió tres días después. La semana pasada, Ray Phillips cumplió su promesa y llevó a Dottie, de 2 kilogramos a su casa con sus nuevos cuatro hermanos.
Fuente: planetacurioso.com

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