A los humanos nos gusta coleccionar artículos extraños, y en ocasiones esa afición puede traspasar la frontera de lo comprensible para alcanzar el reino de lo necrológico. Sin ir más lejos esta semana el popular diario británico Times ha publicado una compilación de 10 partes corporales robadas, que seguramente os sorprenderá por curiosa, aunque no estemos en Halloween.
1. Cabezas Maoríes (o mokomakai)
Los Maorís, indígenas de Nueva Zelanda, tenían la costumbre de conservar las cabezas tatuadas de sus antepasados como totems en honor a sus espíritus. Durante la época colonial, en el siglo XIX, prosperó un lucrativo comercio de estas cabezas en Europa (véase foto). El precio alcanzado por estos restos era tal, que mucho oportunista llegó a tatuar a esclavos a la fuerza, para después decapitarlos y traficar con el "trofeo".
Durante años, más de 500 mokomakais languidecieron en los almacenes de los museos europeos hasta que, a lo largo de las dos últimas décadas, las autoridades de esta isla en las antípodas lograron repatriar 320 de ellos. Sir ir más lejos, la semana pasada la Asamblea Nacional Francesa votó a favor de devolver a Nueva Zelanda las cabezas de 16 indígenas repartidas por varios museos galos.
2. Huesos de Santa Claus
Por favor, impedid que los niños lean este apartado o podréis causarles traumas irreversibles. Seguro que todos habéis oído hablar del comercio de reliquias santas que tuvo lugar en Europa durante la edad media. Por aquellos tiempos no había pueblo o villa que no quisiera presumir de albergar alguna de estas piezas de casquería sagrada. Los huesos de San Nicolás (de los que se decía que exudaban mirra) no iban a quedar al margen.
En el año 1087, la ciudad italiana de Bari contrató a un pirata para que se dirigiera a Myra (actual Turquía) a robar los huesos del santo, que desde entonces se conservan allí. Desconozco si la producción de mirra en Bari sufrió un incremento después de aquella incursión.
3. Calavera de Gerónimo
Siendo uno de los guerreros apache más temidos de Norte América, Gerónimo, mantuvo en vilo a las autoridades estadounidenses y mexicanas durante más de tres décadas hasta que fue capturado en 1886. Murió en prisión en 1909, pero aquello no supuso un "descanse en paz".
Seis miembros de una sociedad secreta estudiantil de la Universidad de Yale, entre los que se incluía el abuelo del anterior presidente de los EE.UU. George W. Bush, cavaron la tumba de Gerónimo mientras realizaban labores de voluntariado para el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Nada se sabía de este episodio hasta que recientemente se publicó una carta escrita en 1918 por uno de los miembros de aquella sociedad.
4. Corazón de Ana Bolena.
Enrique Octavo, el hombre que no perdía la cabeza por las mujeres sino que lograba que ellas la perdieran a manos del verdugo, también aparece en la lista. ¡Qué se lo pregunten a Ana Bolena! Su único pecado fue no darle a Enrique un hijo varón, así que el rey la acusó de adulterio, la arrestó y la decapitó en la Torre de Londres en 1536. Parece ser que Enrique VIII no tenía la conciencia muy tranquila, así que pidió que se le extrajera el corazón, el cual guardó en una urna y ocultó en una iglesia de Suffolk, donde permaneció hasta que fue encontrado en 1836, tras lo cual se enterró bajo el órgano de aquella iglesia.
5. Cerebro de Benito Mussolini
Pocos saben que en 1966 las autoridades estadounidenses devolvieron parte del cerebro del famoso dictador italiano ejecutado a su viuda Rachele. Al parecer en 1945, durante el funeral de Mussolini, su viuda se dio cuenta que los estadounidenses se habían llevado la mitad del cerebro de su marido muerto. (Tal vez pretendían ver al microscopio si los sesos de un fascista son distintos a los de cualquier otro humano). Recientemente, su nieto Alessandro denunció que alguien en eBay estaba intentado vender un vial de cristal con restos de sangre y cerebro de su abuelo por la "módica" cantidad de 15.000 euros. Obviamente la subasta se detuvo.
6. Pene de Napoleón
Existe cierta fijación popular con el pene de Napoleón, desde que supuestamente se lo cortaran durante su autopsia en 1821 para entregárselo a un sacerdote corso. Como no se tuvo la precaución de conservarlo en formol, la "cosa" ha quedado más tiesa que una mojama, por lo que hay quien dice que se trata de un trozo de cuero, una anguila reseca o incluso un trozo de cecina de buey.
En 1977 un urólogo estadounidense compró la reliquia por 3.000 dólares, y en la actualidad pertenece a su hija. Si te interesa puede ser tuya... ¡por 100.000 dólares!
7. Restos de Thomas Paine
El anunciado como panfletista más grande de la historia, héroe tanto en la revolución francesa como en la estadounidense, fue el primero en usar el término "Estados Unidos de América", lo cual no le ayudó a morir rico. Murió alcoholizado y sin un centavo en Manhattan. Cuando le enterraron apenas seis personas estuvieron presentes, pero sus aflicciones no acabaron entonces.
Diez años después un periodista que le admiraba llamado Cobbett, desenterró su cuerpo y se lo llevó a Inglaterra con la esperanza de poder darle allí un funeral acorde a su figura. Lamentablemente Cobbett no consiguió el dinero necesario, así que guardó sus restos en un ático, y tras su muerte los restos de Paine desaparecieron. Hay quien dice que terminaron empleándolos como materia prima para hacer botones.
8. El dedo del pie de San Francisco Javier
Francisco de Jaso y Azpilicueta - ¡navarrico él! - fue un jesuita del siglo XVI que viajó más que el baúl de la Piquer. Después de recorrer media Europa y Asia anunciando el evangelio, murió en el mar camino de China. Pocos meses después de su muerte, un grupo de cristianos desenterró su cadáver para descubrir que permanecía incorrupto, así que, olvidándose de aquello del "descanse en paz", se llevaron de gira al cadáver.
La primera vez que lo exhibieron en Goa (La India) una mujer portuguesa quiso llevarse un "recuerdo" del santo a casa, así que le arrancó el dedo gordo de un pie. La leyenda dice que la sangre del dedo dejó un rastro gracias al cual pudo recuperarse la reliquia. Hoy el dedo se exhibe en la Catedral de Goa, mientras que otras partes del pobre cadáver se muestran en varios lugares del mundo (Italia y Japón incluídos).
9. Cabeza del Rey Badu Bonsu II
El rey de los Ahanta, un pueblo de Ghana, recibió "amigablemente" a dos emisarios holandeses: los decapitó y adornó su trono con sus cabezas. En reconocimiento, recibió el mismo tipo de diplomacia y fue decapitado por los holandeses. Durante 150 años, nada se supo de su cabeza, hasta que la encontraron dentro de un frasco de formaldehído, en las vitrinas de un museo holandés.
En Julio de 2009, a requerimiento de las autoridades de Gana, la cabeza del monarca viajó de vuelta a África y fue entregada a los Ahanta.
10. El negro disecado de Bañolas (Banyoles)
Seguro que alguno de vosotros se acuerda de esta historia (bien documentada en la wikipedia). En el siglo XIX unos taxidermistas franceses sustrajeron el cadáver de un bosquímano enterrado en el desierto del Kalahari y lo enviaron a Europa. Allí se diseca en 1830 y permanece expuesto en el Museo Darder de Bañolas hasta 1991, momento en que un doctor español de origen haitiano protesta y llama la atención de los medios de comunicación.
Es curioso, pero al parecer, durante los primeros años (cuando la piel de un hombre negro era todo un exotismo en Europa) aplicaban betún a la piel del bosquímano para que pareciera "más africano". Finalmente el cuerpo regresó a Botswana en el año 2000 y se le dio un entierro digno en un acto al que acudieron varios dignatarios y diplomáticos. Aún se pueden apreciar imágenes del conocido simplemente como "negro de Bañolas" en la web Museus de Banyoles.
Y eso es todo.