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Lo que no imaginaba Antonio es que nueve días después y tras muchos remordimientos su perro iba a aparecer allí mismo en la playa, husmeando cada esquina a la búsqueda de su dueño. En ese momento Antonio cayó en un terrible sentimiento de culpa y fue corriendo a abrazarse a su perro y premiar su fidelidad. Sin embargo, y según testigos presenciales, el perro venía farfullando raro y con cara de estar diciendo algo así como “serás hijoputa, dejarme a mi tirado así”, y en cuanto lo tuvo a tiro le endosó una mordedura en salva sea la parte que provocó un alarido que dicen llegó a ser escuchado en la sierra malagueña.
El perro dio media vuelta y se dirigió de vuelta a casa haciendo auto-stop, con carita de perro abandonado y fue recogido por una familia ajena a lo ocurrido, mientras Antonio era curado de sus heridas en el puesto de socorro.
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