sábado, 15 de mayo de 2010
Crónica de un pelotero frustrado
Marcos es un talentoso joven nacido en un barrio cualquiera, bien podría ser Capotillo como Los Mina, desde que tenía unos 8 años venia mostrando vena para las matemáticas y la física pues era diestro en la aritmética y sin mucha gravedad resolvía problemas relacionados a las tres leyes de la gravitación de Newton. Un pequeño genio para nuestra Quisqueya pero que va, a sus padres se les ocurrió una mejor idea, inscribirlo en una liga de béisbol, con ingenuidad calcularon el destino del pequeño infante vislumbrándolo como el sucesor de Alex Rodríguez y para que se diera bueno había que irlo trabajando desde chiquito. Pero entre la mascota de cátcher y la mascota de sus apuntes matemáticos marcos seguía decantándose por la segunda. ¿Cuál es el final de esta historia? ¿Terminaran sus padres decidiendo por Marcos? Es lo que cuento a continuación, en otro drama muy dominicano.
Esperando por la firma
El padre, fue premiando el tiempo dedicado por Marcos al béisbol complaciéndole en todo tipo de peticiones, el mensaje para un niño de 11 años era bastante claro: obtendrás lo que quieras de nosotros a través de tu dedicación a la pelota. A muy corto plazo el niño calculo que lo más conveniente para él sería seguir practicando en el Play y para cuando cumplió 14 años la única física que le importaba era la que tenía que ver con su desarrollo muscular. Al parecer el pequeño prospecto era uno de esos seres humanos dotados tanto física como intelectualmente pues a su tiempo descolló tanto en los números y ciencias como en el deporte, el hecho fue que a los 19 años Marcos firmó como guarda bosques central para los Bravos de Atlanta. En el barrio ya no le decían el prospecto, ahora más bien era el firmado, mucha alegría, pero…
Se les acabo el loto
Dicen que la felicidad en casa del pobre dura poco, verídico o no el lapidario dicho, lo que ocurrió luego era de esperarse. Los padres de Marcos comenzaron a endeudarse poniendo en garantía el dinero de la firma de Marcos, ―unos 30 millones de pesos― su abogado le consiguió un carro convertible al muchacho quien comenzó a experimentar un inusitado éxito con las muchachonas del barrio. Hasta ahí todo iba de ensueño y la vida parecía sonreír a la futura estrella, hasta que una noche, Marcos que también bateaba las curvas en el Play, no supo sorteárselas con una imprevista curva en la avenida. El choque fue estrepitoso quienes pasaban y veían el convertible hecho añicos no hacían más que augurar un magro destino al conductor, aun así Marcos sobrevivió, no obstante el milagro solo llego hasta ahí.
De cada mil, si a caso uno llega
Desde entonces la vida le mostraría un rostro de facciones más sombrías. Su pie derecho quedo habido para caminar, a duras penas. Y más penoso aun fue aceptar que no podría volver a ser pelotero. El dinero de la firma se esfumó dejando a sus padres endeudados. Pero si creen ustedes que estos es lo peor, así lo creía Marcos, pero lo peor le llegó al darse cuenta que al dedicar su vida a la pelota en desmedro de sus estudios ya le era tarde comenzar de nuevo a sus 19 años, en séptimo curso Fue así como Marcos ya frustrado y amargado, rechazado por las mujeres y afuereado por los panas encontró la justificación moral necesaria para pasar de ser un prospecto pelotero a todo un prospecto delincuente, dejo de ser el azote de la liga para convertirse en el azote del barrio. Pura ficción extraída de la realidad, otro drama tan dominicano como el mangú.
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