sábado, 24 de agosto de 2013

La extraña enfermedad incurable de California

La Fiebre del Valle, causada por inhalar esporas, asola el Valle de San Joaquín.Vídeo
 
Emily Gorospe, de 8 años, padece la fiebre desde hace 3 años. (BBC)
Por BBC Mundo
Los casos de una enfermedad incurable llamada Fiebre del Valle se están multiplicando en el suroeste de Estados Unidos a una tasa alarmante. Seis estados se han visto afectados, pero pocos sitios han sido tan golpeados como la remota localidad de Avenal.
En medio de un calor sofocante, ni siquiera el viento le ofrece respiro. Las ráfagas son tibias y llevan una amenaza invisible que ha cobrado y afectado la vida de muchos.
La pequeña ciudad de 14,000 personas, enclavada en el Valle de San Joaquín, en California, es lo que expertos llaman una zona caliente por la coccidioidomicosi, una enfermedad causada por la inhalación de pequeñas esporas de hongos que normalmente están en la tierra.
Descrito por el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) como una epidemia silenciosa, en 2011 se registraron 22,401 infecciones nuevas en todo Estados Unidos, la mayoría en el suroeste, más de diez veces de los registrados en 1998.

A pesar de que dos tercios de los infectados no sufren síntomas, y que la enfermedad no es contagiosa, unas 160 personas mueren cada año cuando el hongo se esparce más allá de los pulmones y llegan al cerebro.
Mucho dolor
El paisaje de Avenal luce reseco y una niebla perpetua oscurece la distante cadena montañosa.
Caminando por la adormecida calle Kings, hay un atisbo de vida, unos niños dando vueltas en bicicletas mientras sus amigos los miran.
En el café Gallery, el personal está haciendo sandwiches para tres personas. En la pared, un portarretrato sirve como recuerdo del costo humano de la terrible enfermedad.
María Eugenia Peña murió hace seis años, tenía 39 años y estaba embarazada.
Su hijo Osvaldo Contreras, quien gerencia el café con su hermano, dice que piensa en ella cada día y cada vez que tiene un dolor de cabeza se pregunta si él será el siguiente.
"Los días de viento soy más consciente de ello", le dice Osvaldo a uno de los clientes, Enrique Jiménez.
"Respiras por la nariz y tratas de que no entre tanto polvo. Yo trabajé en el campo durante mucho tiempo, mi padre era el responsable de algunos cultivos de por aquí, y tomábamos precauciones usando pañuelos".
Esto no fue suficiente para proteger al padre de Jiménez, quien sufrió de problemas de respiración antes de que fuera diagnosticado con la fiebre del valle. Mucho tiempo después todavía está recibiendo tratamiento.
Mary García cuenta que nunca te deshaces de ella. "De vez en cuando me despierto con mucho dolor. Es como la peor fiebre que hayas tenido de una gripe".
Ella contrajo la fiebre del valle hace 10 años, y algunas veces, cuando sopla el viento, regresan los síntomas. Asegura que si alguno de sus hijos la contrae, se irá a vivir a otro lugar.

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