SANTO DOMINGO ESTE.- De niño recuerdo a mis abuelas conservar los chelitos en sus pechos, casi siempre atados a un pañuelo si estaban en las desaparecidas monedas de platas de entonces.
Ese lugar, decían, era seguro para que ningún pillos cargara con el dinero que utilizarían en la compra de la comida, o si iban de tiendas o al mercado.
“Las tetas siempre son seguras”, decían.
Esa cultura no ha desaparecido entre nuestras mujeres, aunque muchas utilicen carteras caras, como aquella que se hizo famosa, cuando una fugitiva del narco fue devuelta al país y apareció fotografiada con una cartera de marca mundial.
La historia se la cuento por lo que le pasó a la señora Isabel Elisa Moreno este viernes feriado Día de la Restauración.
Isabel salió a media mañana de su casa, ubicada en el Residencial “Don Miguel”; llegó a la carretera Mella, próximo a Mora y allí abordó un carro del “transporte urbano”, por lo menos eso pensó. Iba a Megacentro.
El sol estaba caliente y el calor sofocante, así que sin pensarlos dos veces subió en el asiento delantero de carro. A las mujeres les encanta ir delante.
En el asiento de atrás iban dos mujeres, me contó, gordas, por demás.
Se sentó al lado de un hombre áspero, que se movía constantemente, ahí está el truco.
De pronto le dijo que se moviera que él era un hombre “operado de los riñones”.
La advertencia del tipo de que “la puerta abre por fuera”, es que la hace despertar como de un sueño y asegura que “siento que me estaba metiendo las manos”.
Cuando se toca el seno izquierdo nota que no tiene el “bollitos” de billetes que entendía estaban conservado en el lugar más seguro de su vestimenta.
Ya el tipo le había trasteado las tetas y llevado RD$1,700 que tenía “bien cuidado en sus pechos”.
Isabel, como muchos, pensaba que los “carteristas” sólo buscaban en carteras, bolsillos, bolsos, mochilas, maletas, sobres, etc.
Sus bustos son como los que desea la protagonista de la telenovela “Sin Senos no hay Paraíso” que está proyectando una estación de televisión local: grande, y no tuvo que pagar ni someterse al bisturís.
Cuando observa las manos del hombre que va a su lado, todavía tenía los RD$1,700 en el puño.
Se lo arrebató y le pidió al chofer que fueran a la Policía con el “carterista” que iba entre ella y el conductor.
El chofer hizo caso omiso. Simplemente se detuvo y le pidió a Isabel que se bajara del vehículo de inmediato. No recuerda la marca, ni la placa, pero sí el color: es verde, “verde olivo” para ser más exacto.
Ahí es que Isabel se percata que el chofer y las mujeres eran cómplices.
En el Día de la Restauración, Isabel Elisa Moreno, una morena fuerte, con gafas negras, uñas bien cuidadas, logró restablecer su capital y ahora asegurarlo mejor.
La dama, contó su historia al abordar otro vehículo del transporte urbano, pero esta vez en el asiento trasero.
Dijo que había dejado de usar cartera o bolsos por los “carteristas”, pero ahora no sabía si volver a utilizarlas, ya que “ni las tetas son segura en estos tiempos”.
Al final exclamó: “la suerte que no tengo marido, porque como le explicaba que esas tetas viejas me la manosearon toda