En algunas ocasiones y con ciertos individuos el imperativo natural de la paternidad, que nos obliga a salvaguardar a nuestra progenie, queda en entredicho cuando algunos padres ponen al alcance de su hijo armas, alcohol, animales salvajes y otros elementos de riesgo y peligro.
La paternidad, se dice con cierta frecuencia, es un asunto serio, un estado que va más allá de prácticas culturales y de alguna manera representa la supervivencia de nuestra especie en este mundo, cultura y naturaleza se combinan para asegurar el bienestar de nuestra descendencia. O algo así.
Estas imágenes, sin embargo, ponen en duda la perfección de ese imperativo: niños con cigarros y botellas de cerveza en la boca, metidos en microondas y excusados, manejando armas blancas y de fuego con la complacencia de sus padres, a punto de la asfixia por las posaderas monumentales de una madre asentadas sobre la nariz de su hija, en peligrosa cercanía con animales salvajes y carnívoros, etc. Ejemplos todos de que, en algunos, la paternidad no viene acompañada por una obligación trascendental para con su progenie.
O quizá estas fotografías solo ejemplifiquen esas excepciones propias de un continuum evolutivo en el que las regresiones y la involución también se hacen presentes.